La dificultad de aplicar este principio en momentos críticos, es decir, aquellos en los que vivimos alguna relación conflictiva o violenta, hace que la Regla de Oro siga siendo poco observada.
El trabajo que nos proponemos con la práctica de la Regla de Oro nos permite construir aforismos personales, adaptados a circunstancias concretas, que nos permiten aprender, asumir y mantener esta postura moral.
Esta se propone como una herramienta simple y profunda, capaz de elevar el nivel de la conciencia personal, o del conjunto, resolver climas y superar contradicciones, en un camino de reconciliación y acción noviolenta.
Esta práctica termina consolidando un centro de gravedad interno, intencional y trascendental.